Hace par de días buscando remedio para un bad hair day (como si no los tuviera todos los dias, jijiji), me puse a cucutiar (traducción dominicano-español: buscar en pertenencias ajenas) entre las cosas de mi mami para ver si encontraba algo para calmar mis feroces greñas.
Y ahí estaba, el santo grial: un pote de aceite de canela y romero para el cabello. Yo nada mas pensé en los genios a los que se les había ocurrido la grandiosa idea de hacer el aceite de canela y romero en forma de crema lo cual facilitaba enormemente su aplicación.
Para colmo el aceite/crema me dejaba el cabello muy brillante y manejable, lo cual era perfecto, así que cada vez que tenia oportunidad iba y me untaba mi dosis diaria.
Ayer ya el potecito estaba en sus ultimas y de casualidad se me ocurre preguntarle a mami que donde ella lo compró para así poder seguir con mi gran tratamiento capilar; y me salta la muy bendita que no, que eso no era aceite/crema de canela y romero, sino mas bien un poco de crema para el cuerpo que alguien le había dado en ese potecito particular.
Suerte que no se lo dió en un pote de mayonesa, porque igual creo que me lo hubiera comido.
Por estar de freca me pasan estas cosas a mi.
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