Durante la época victoriana, con el descubrimiento de la fotografía todavía en proceso, quien pudiera costear tomarse una fotografía eran personas con suficiente dinero para gastar.
Por esta razón las fotos de esa época eran pocas y solo reservadas para momentos especiales; uno de estos momentos era uno no muy agradable: la muerte.
Las fotos se arreglan de tal forma que en muchas ocasiones la persona parece estar viva aun, o descansando plácidamente. Muchas de las fotografías conservadas pertenecen a niños, mujeres que morían durante el parto, y ancianos.
Aunque pueda considerarse una práctica macabra ahora, tenemos que tener presente que para muchas de estas personas esa era la única vez que se veían reflejados en el lente de una cámara y sus seres queridos deseaban tener un recuero que les perdurara con el tiempo.