viernes, marzo 25, 2011
Edgar Allan Po
Cuando los teletubbies estaban en su apogeo, mi primo era (es) un mocosito, y le fascinaban, mi abuela, al ser el nieto mas nuevo babeaba por el y le complacía en todo lo que el pidiera. Para colmo el bendito tenia una memoria excelente para los horarios y aunque intentáramos entretenerlo, se acordaba a ultima hora y pedía que le pusieran los jodidos muñecos infernales.
Ahi empezaba el llanto y el crujir de dientes, el llorando por los teletubbies, abuela diciendo que se lo pusieron y nosotros encojonados con el carajito por ser tan (como dirían los argentinos) boludo.
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